Posteado por: marjovas | enero 22, 2008

HISTORIAS DE LA PLAZA ROCA

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HISTORIAS DE LA PLAZA ROCA: UNA TENTACIÓN PARA POLÍTICOS QUE

DERIVÓ EN SORPRENDENTES REFORMAS

Un inmigrante italiano, José Alaria, fue el mentor del principal espacio verde de la ciudad que estaba bajo el mando del general Julio Argentino Rocca. El espacio que está rodeado por el desarrollo comercial e institucional de Río Cuarto, fue alambrado, quedó bajo una profunda sombra, le quitaron la fuente, le quisieron cambiar el nombre y hasta le construyeron montículos de tierra que parecían «pequeñas montañas». Ahora, el Municipio quitará la calesita y hará la primera remodelación del siglo…

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La Biblia y el CalefónPor Pablo Callejón – Durante el siglo 18, cuando la villa iniciaba el despliegue su anárquica mutación hacia el eje político, demográfico y económico que la convertiría en la segunda ciudad de la Provincia, la actual Plaza Roca era solo una manzana despoblada que fue utilizada como espacio de defensa de malones indígenas y sirvió como atajo para las carretas a caballo y los primeros pobladores.
A partir de 1860, el inmigrante italiano José Alaria fue el mentor del principal espacio verde de la ciudad que estaba al mando del general Julio Argentino Rocca.
El historiador Mayol Laferrere recordó que “a Rocca le interesaban las plantas y su cuidado, por lo que mantuvo varias conversaciones con Alaria”.
El vínculo logró continuidad y permitió por influencia de Rocca que los dos hijos del primer jardinero público de la ciudad fueran incorporados al Ejército. Ambos se convertirían finalmente en generales de
la República.
Alaria marcó los caminos de circulación en la Plaza y promovió las primeras arboledas que dieron entidad al espacio. Para evitar el daño que provocaba el paso de los caballos y carros, se decidió que durante años el lugar permaneciera alambrado.
En 1862, a la «Plaza Mayor o Plaza de la Concepción» se le dio el definitivo nombre del general de la Conquista. 
Alaria luego se hizo propietario de una quinta que tras su muerte se convirtió en el terreno que dio lugar a la escuela Florentino Ameghino.
En 1890, el gobierno municipal de Semería decidió plantar casuarinas, «un género de arbustos y árboles oriundos de Australia que poseen esbeltas y delicadas ramas con hojas que son solamente escamas, semejando etéreos o plumosos pinos”.
Aunque la plantación fue considerada por los vecinos como un agradable recurso estético, la Plaza quedó en penumbras. Con los años, el tupido follaje impedía el traspaso del sol y el lugar quedaba a oscuras en plena tarde. Las casuarinas fueran taladas y erradicadas definitivamente en 1943.
En la década del 20, jóvenes y muchachas comenzaron las lentas caminatas que en sentido de circulación opuesto, según el genero, dieron lugar a la tradicional vuelta del perro.
La Plaza ya contaba con las cuatro diagonales que anticipan su recorrido. También estaba colocada la fuente con ribetes arquitectónicos de principio de siglo que fue trasladada en la década del 20 a la Plaza Racedo. Había sido construida en 1890 con el Arsenal de Guerra de Buenos Aires.
El lugar que dejó vacío la fuente, fue utilizado por bandas de músicas para ocasionales espectáculos.
En 1953, la Plaza fue preferencial testigo del primer rascacielos en la ciudad. En el edificio de altura funciona actualmente el Gran Hotel.
Una nueva intervención a la Plaza Roca se produjo en los años 70, cuando el Ejecutivo convocó a un arquitecto de apellido Díaz que decidió la creación de montículos de tierra que modificaron el paso y las características físicas del lugar. Parecían pequeñas montañas que obstaculizaban la visual y el tránsito. La novedosa propuesta duró hasta el cambio de gestión que le devolvió la fisonomía de siempre.
Polémicas
El nombre de la Plaza Roca también fue motivo de polémicas. La historiadora, escritora y Madre de Plaza de Mayo, Susana Dillon, impulsó modificarlo para “evitar el reconocimiento a quien promovió el genocidio de indígenas durante la Campaña del Desierto”. La medida no logró el respaldo de los organismos oficiales y se diluyó con el tiempo.
Durante la gestión del ex intendente Alberto Cantero hubo una breve pero discutida intervención cuando desde la subsecretaría de Mantenimiento y Servicios se resolvió cubrir los pisos con un polvillo de color rojo intenso. La medida fue removida luego del airado reclamo de los comerciantes que protestaron por las marcas del polvillo en sus locales.
Sin monumentos
La Plaza fue caracterizada por la falta de monumentos arquitectónicos o en homenaje a próceres históricos. A principios del siglo 20 los hermanos Bossani donaron 4 estructuras de mármol de carrara que sobrevieron hasta fines de la década del 80 cuando, por su inmenso valor, fueron derivadas para su custodia al Museo de Bellas Artes. A principio de la década del 70, en el siglo pasado, fue colocada la Fuente del Deseo en la que los riocuartenses canjeaban monedas por un sueño.
Hace años que la Plaza Roca es también motivo de un acalorado debate sobre la presencia de bandadas de golondrinas que inmigran cada verano. Algunos defienden el vuelo genial de las aves sobre el centro de la ciudad y otros rechazan el olor nauseabundo de las heses que manchan el piso.

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La calesita
Hace 14 años, una postal pueblerina que reunió a los niños en el centro de la Plaza surgió tras la llegada de la calesita. Los pequeños podían elegir entre un bravío corcel de postura elegante o una compotera giratoria de colores pálidos para dar vueltas infinitas con el parquizado de entorno.
El carrousel dejó de girar definitivamente en el principal espacio verde de la ciudad y su destino es incierto tras la primera intervención del nuevo siglo. El proyecto del Municipio incluye modificar el piso, los bancos y la luminaria. Además, promoverá el traslado de los ocasionales mercaderes de baratijas y falsas artesanías, quienes se resisten a ser reubicados.
La erradicación de los “artesanos” ha tenido mil traspiés y aún sigue irresuelta pese a los anuncios y ordenanzas para modificar el desarrollo de la precaria actividad comercial que protagonizan.
También, el tiempo y la vertiginosa dinámica del microcentro desplazaron las multitudinarias procesiones religiosas de cada 8 de diciembre.
La Plaza ha sido desde siempre el cebo para los políticos que buscan dejar su impronta en algún resabio de la historia. El centro de todo y de todos, fascina a los ocasionales ocupantes del Palacio de Mójica y promueve reformas que parecen siempre inconclusas ante el dictamen de las necesidades políticas y de la relevancia geográfica de la Plaza Roca.

FUENTE: HTTP://WWW.TELEDIARIODIGITAL.COM.AR/LEER.ASP?IDX=20820


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